sábado, 4 de octubre de 2008

“Gran Mente, Gran Corazón. Descubriendo tu Propio Camino”.

En la práctica de Zen, ganar es perder, perder es ganar.
Dejarlo ir todo es ganarlo todo.
Recogemos aquí extractos de su libro
“Gran mente, Gran Corazón. Descubriendo tu Propio Camino”

El diálogo de voces

La técnica del diálogo de voces es un proceso que apunta a elevar el nivel de conciencia y la conciencia de uno mismo; se asienta en dos fundamentos básicos, la terapia junguiana y la terapia gestalt
Hal y Sidra Stone sabían bien que, dentro de cada uno de nosotros, hay muchas facetas y subpersonalidades diferentes; una visión que, en mi opinión, es muy junguiana. Pero esas subpersonalidades pueden acabar convirtiéndose en sombras que no reconocemos como propias. Hay aspectos de nosotros que, por el simple hecho de que nos desagradan o nos hacen sentir mal, acabamos repudiando; pero el hecho es que reprimir una determinada voz no implica su desaparición, sino tan sólo su rechazo, con lo cual acaba simplemente soterrándose y convirtiéndose en el agente oculto de una serie de “operaciones encubiertas” Los Stone se dieron cuenta de que lo que, en tal caso, uno tiene que hacer es restablecer el contacto con esas voces reprimidas, sacarlas a la luz con la ayuda de un facilitador que solicite hablar con ellas y nos permita, de ese modo, emprender un diálogo que las rescate del olvido. En este sentido, el diálogo de voces permite dar voz a las facetas reprimidas, sacarlas a la luz y reintegrarlas a nuestra propia vida.
El proceso Big Mind pone de relieve esas voces reprimidas, pero no se queda simplemente ahí. Existen ciertos aspectos de nuestro yo que, si bien son omnipresentes, siempre han permanecido aletargados. No se trata, en este sentido, de facetas que se hayan visto reprimidas y enajenadas de nuestro ser, porque lo cierto es que jamás las hemos poseído. A esas voces que siempre han estado ahí, pero que nunca han despertado como, por ejemplo, la Gran Mente —o como quiera que decidamos llamar a lo trascendente—, suelo denominarlas voces dormidas. Por ello el proceso Gran Mente apunta a despertar las voces o aspectos que, si bien están ahí, todavía no han despertado.

El zen

En el zen hablamos de la Barrera sin Puerta que separa el yo de lo trascendente. ¿Pero cómo podemos conseguir, por más que sepamos que se trata de una Barrera sin Puerta o, dicho en otras palabras, que no hay puerta ni barrera alguna que atravesar, que alguien pueda llegar a verlo así?

Ahí es, precisamente, donde entra en juego el proceso Big Mind. En lugar de tratar de llegar a algún lugar o de esforzarnos en convertirnos en algo, uno simplemente se descubre simplemente ahí, porque esa voz, al ser omnipresente, está siempre ahí. Sólo se nos antoja un misterio cuando ignoramos el modo de acceder a ella.
En el mismo instante en que trascendemos esto y eso, el yo y el otro, el mí y el tú, estamos ahí. Pero, por más omnipresente que sea, no siempre podemos acceder, porque habituados, como estamos, a buscar, esforzarnos y desear, nos hallamos atrapados en la visión del ego limitado. Pero nuestra verdadera naturaleza carece de fronteras porque, en ella, no hay yo, el yo no es más que un límite semejante a la tensión superficial que mantiene a una pompa de jabón.
Pero, en el mismo instante en que pedimos hablar con la Gran Mente, con el No-Yo o con la No-Mente, la burbuja estalla y nos descubrimos súbitamente fuera de ella, fuera de los límites del yo. Entonces nos damos cuenta de que la burbuja está llena de aire y de que el yo, en realidad, no es más que un concepto, una idea y, en última instancia, una mera ilusión.

Esto es, precisamente, lo que la tradición zen denomina atravesar la primera barrera. Entonces es cuando trascendemos la visión limitada que considera al yo como el centro del universo y, en consecuencia, a todo lo que le rodea como algo amenazante y peligroso. Arriesguémonos a atravesar esa barrera y dejaremos de vivir sumidos en el miedo, la ansiedad y la tensión y empezaremos a vivir como nos gusta, es decir, libres del miedo y despojados de todo encadenamiento y obstrucción, responsables de nuestras vidas y sin culpar a nada ni a nadie de las circunstancias en que vivimos.

Sin requisito ni preparación concreta alguna

Lo más sorprendente del proceso Big Mind en su gran accesibilidad, independientemente de la formación y experiencia de quienes lo emprenden. Y esa accesibilidad depende, en mi opinión, de la sinceridad con que pedimos permiso para hablar con lo trascendente.
Para emprender este proceso no se necesita creer nada especial, la única condición consiste simplemente en estar dispuesto a ello, en cuyo caso, no hay razón alguna que lo impida.

La vía de la no-búsqueda

En la mayoría de las tradiciones, son necesarios muchos años de búsqueda antes de poder dar el paso decisivo que nos lleva a reconocer el absurdo de la búsqueda, porque la misma búsqueda de la verdad o de la iluminación erige la barrera que nos impide alcanzar lo que estamos buscando.
El proceso Big Mind nos permite descubrir nuestro “punto muerto”, ese lugar en el que nuestra mente no tiene ninguna marcha puesta y no se halla desesperadamente inmersa en ninguna búsqueda. Desde ahí, podemos cambiar de marcha y poner primera, segunda, tercera, cuarta, quinta, reducir o poner marcha atrás cuando sea necesario. Ésa es una capacidad muy valiosa y que nos proporciona una libertad completa. Cuando, en tal caso, estemos en el supermercado, podremos apelar fácilmente a la modalidad deseante de nuestra mente y encontrar lo que estemos buscando pero, cuando estamos sentados en una parada de autobús o tumbados en una playa de Hawaii, podremos desconectar esa modalidad y reposar tranquilamente.
Ésa es una forma de meditación, conocida con el nombre de “simplemente sentarse”, en la que no hay ambición, meta ni objetivo alguno.
Es como si, en el momento en que das el primer paso de un viaje, apuntases en la dirección correcta. Entonces cuanto más larga sea tu práctica, más se encarnará en tu vida la paz y la libertad. En tal caso, la meditación trabajará en tu favor, en lugar de hacerlo en tu contra.
Por ello me parece muy importante que, cuando las personas aprenden a meditar —o tan pronto como sea posible, si es que ya han aprendido—, se den cuenta de que su único objetivo consiste en cambiar cuanto antes la modalidad buscadora habitual de la mente por la modalidad de la Gran Mente o del Gran Corazón, es decir, la Mente que no Busca ni Desea, la mente que no tiene objetivo ni meta alguna, porque entonces su sentada es mucho más profunda. Lo que, en tal caso, hacen es soltarse, dejar de identificarse con todo lo que se presenta, abrirse y seguir abriéndose para que la mente, en lugar de contraerse y estrecharse permanezca, por el contrario, completamente abierta y expandida.
El lector debe saber que una de las principales razones que me han impulsado a escribir este libro y a impartir esta enseñanza es la certeza de que, de ese modo, puedo ahorrar a la gente años y años de sufrimiento y esfuerzo en la dirección equivocada.

Cualquiera puede hacerlo

El proceso Big Mind funciona para cualquier persona, independientemente de que haya pensado o no en alcanzar la iluminación y del nivel de desarrollo en que se encuentre, porque se trata de un proceso que todo el mundo puede llevar a cabo con éxito.

En este sentido, el proceso Big Mind nos permite adentrarnos más profundamente en nuestro yo. ¿Pero, qué es lo que sucede cuando nos adentramos más profundamente en nuestro yo? Aprendemos sobre nuestro yo, el más profundo de los misterios. Nuestros ojos y nuestra mente están enfocados hacia el exterior, hacia las apariencias externas, pero nuestro punto ciego se halla detrás de los ojos y no nos damos cuenta de quién es el que está mirando, escuchando, pensando, conociendo y sintiendo. De él no sabemos absolutamente nada.

Ningún esfuerzo

Bien podríamos decir que el proceso Big Mind nos brinda la oportunidad de llevar a cabo una visita guiada a lo trascendente. El término que utiliza el zen para referirse a esta visión es el de kensho que, en japonés, significa literalmente “ver en nuestra propia naturaleza”, es decir, una experiencia de la iluminación, pero aun el kensho más profundo anterior al Daikensho (es decir, a la Gran Iluminación) es provisional, como la apertura momentánea del obturador de una cámara fotográfica. La experiencia de la Gran Mente, sin embargo, nos permite mantener abierto el obturador todo el tiempo que queramos. De ese modo, en lugar de tener un atisbo débil y momentáneo, como cuando prendemos, en una gran habitación a oscuras, una cerilla, que, al poco, acaba apagándose, el proceso Gran Mente nos permite mantener abierta la Gran Mente el tiempo que necesitemos para familiarizarnos con el territorio.

Cambiando de perspectiva

A través de este proceso nos damos cuenta de que en realidad, disponemos de un número infinito de perspectivas, pero actuamos como si sólo tuviésemos una y nos empeñamos en contemplar, desde ella, nuestro yo y la historia de nuestra vida. Pero ésa es una ilusión o, mejor dicho, una locura. ¿Cómo podría haber una sola perspectiva? A pesar de ello, no obstante, nos aferramos con uñas y dientes a esa visión y no dudamos en emprender, en su nombre, todo tipo de guerras. Cuando creemos que la perspectiva a la que tanto nos aferramos es la única correcta, no tenemos empacho alguno en desenterrar el hacha y emprender una guerra. Preferimos morir y tener razón a ser felices y estar equivocados, razón por la cual las relaciones interpersonales resultan tan conflictivas y son tantas las guerras que salpican el mundo. Esto es una auténtica locura.
Ésa fue, precisamente, la enseñanza fundamental impartida por el Buda, llamada el Óctuple Sendero, cuando dijo: “He descubierto la Visión Correcta”, que consiste en no tener ninguna visión concreta, es decir, en darse cuenta de que todas las visiones están limitadas y que ninguna visión particular es la única. Todas las visiones están limitadas, todas son fragmentarias y parciales. La visión verdadera es, de hecho, la no-visión.

El objetivo último: el funcionamiento integrado y libre

Habitualmente nos identificamos y aferramos a las cosas y a las personas. No somos libres ni funcionamos libremente, porque estamos atrapados. Ésta es una tendencia que el Buda observó y nombró. Según dijo, cuando nuestra mente está atrapada, estamos en duhkha (un término sánscrito que suele traducirse como sufrimiento). Sin embargo, el significado literal del término duhkha se refiere a una rueda cuyo cubo o eje no gira. ¿Pero para qué puede servir una rueda que no gira? ¿Para qué sirve una rueda que no puede moverse?
El Buda también descubrió y enseñó la forma de liberar la rueda para que pudiese girar de nuevo y la llamó suhkha, que literalmente significa “rueda que gira libremente”. Ése es, precisamente, el significado de la liberación y del nirvana.
Ser capaz de asumir diferentes perspectivas es como tener un automóvil que funciona perfectamente. Pero, si no podemos cambiar la marcha de nuestro coche, tendremos un coche que no funciona y poco importará, en tal caso, que se trate de un Maserati porque, independientemente de que la palanca esté atrapada en primera o en marcha atrás, de poco nos servirá. En el mismo instante, sin embargo, en que podemos cambiar de marcha, nuestro vehículo recupera toda su funcionalidad.
Lo mismo sucede con la mente, con el yo y con nuestra vida. Si estamos estancados, funcionamos mal, pero, cuando empezamos a movernos, nos convertimos en un vehículo completamente funcional.
Pero, aunque la Gran Mente sea el estado mismo de desidentificación, también podemos quedarnos identificados con esa perspectiva, algo que el zen denomina “quedarse atrapado en el Absoluto”. La experiencia de la Gran Mente es ajena a cualquier visión relativa o dualista pero, cuando nos quedamos atrapados en la perspectiva absoluta, o no dual, de la Gran Mente que carece de fronteras y actúa libremente y sin restricciones, nos atamos firmemente con una simple cuerda.
De hecho, resulta mucho más difícil desidentificarnos de lo no dual que de lo dual. Cuando las personas que han permanecido estancadas toda su vida en la postura dualista y sufriente alcanzan finalmente el dominio de lo no dual ajeno al sufrimiento, que es la Gran Mente, resulta muy difícil no identificarse con él. No es de extrañar que, cuanto más intensa sea la experiencia de la realidad no dual, mayor sea también nuestra identificación y nuestro apego. Pero también de eso debemos acabar desidentificándonos, algo a lo que se aplica perfectamente la expresión sánscrita Neti-Neti, que significa ni dos ni uno, es decir, aquello que trasciende las visiones dualista y no dualista, a lo que yo denomino lo “realmente trascendente” y a lo que sólo se accede cuando dejamos de estar atrapados en lo dual y en lo no dual. Sólo entonces somos realmente libres para movernos en cualquier dirección.
La sabiduría de todos los tiempos está en nuestro interior, dentro de cada uno de nosotros. De eso trata, precisamente, este libro: de conectar con esa sabiduría y transmitírsela al mundo. ¿Por qué debería seguir siendo el secreto de unos pocos? Creo que ya ha llegado el momento en el que todo el mundo pueda acceder a lo esotérico —quizás no a todo, pero sí a una gran parte—, porque me parece que estamos en una época en la que podemos derribar los muros del monasterio, romper todas las vallas y barreras que mantienen confinada esa sabiduría a un grupo limitado y selecto de personas y abrirlo a la conciencia del mundo.
La evolución ha llegado, en nuestra época, a un punto en el que todos tenemos que tornarnos conscientes. Vivimos tiempos revueltos en los que ya no hay posible vuelta atrás. Por ello estoy tratando de derribar los muros del monasterio, lo que nos permitirá advertir que el monasterio, la práctica y el templo espiritual es el mundo entero. Ésa es la empresa que nos compete a todos en esta vida y en este templo que carece de paredes.


SUMARIO

Prólogo de Ken Wilber
Introducción de Hal y Sidra Stone
Prefacio

EL PROCESO BIG MIND
UNIENDO ORIENTE Y OCCIDENTE: LAS 2 RAÍCES DEL PROCESO BIG MIND

¿Cómo funciona el diálogo de voces?
Atravesando la Barrera sin Puerta
Sin requisito ni preparación concreta alguna
La vía de la no-búsqueda
Cualquiera puede lograrlo
Cambiando y distanciándose del Yo
No-esfuerzo
Perspectivas cambiantes
El objetivo último: El funcionamiento integrado y libre

TRABAJANDO CON ESTE LIBRO

Situándose en las voces

LAS VOCES DEL YO

El protector
El controlador
El escéptico
El miedo
La ira
El yo herido
La víctima
El niño inocente y vulnerable
La mente dualista
El deseo
La mente que busca
La mente que busca el camino
El seguidor del camino

Voces No Duales y Trascendentes
El camino
La Gran Mente
El Gran Corazón
La compasión femenina o yin
La compasión masculina o yang
la compasión integrada masculina y femenina o yin/yang
El Maestro
El ser humano integrado que funciona libremente
La Gran Alegría
La Gran Gratitud y el Gran Reconocimiento
El Gran Loco, el Gran Comodín

TRIÁNGULOS: ENGLOBANDO Y TRASCENDIENDO TANTO LO DUAL COMO LO NO DUAL
El yo
El no-yo
El Yo Único (más allá del yo y del no-yo)
El miedo
El no-miedo
El Yo Verdadero (más allá del miedo y del no-miedo)
La mente dualista
La mente no dual
El Yo Verdadero (más allá de lo dual y de lo no dual)

LAS 10 PERFECCIONES DE LA EXCELENCIA
La generosidad
La acción sabia o apropiada
La perseverancia o el esfuerzo correcto
La paciencia
El zazen (la meditación zen)
La sabiduría trascendente
Los medios hábiles
La intención
El poder
La Sabiduría Suprema

LAS OCHO CONCIENCIAS DE LA MENTE DESPIERTA

Tener pocos deseos
Saber cómo estar satisfecho
Disfrutar del silencio
La diligencia
La amabilidad
La meditación
La sabiduría
El habla correcta

SEGUIR AVANZANDO

¿Cómo practicar?
¿Qué hacer con tu cuerpo mientras estás sentado?
¿Qué hacer con tu mente mientras estás sentado?



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